Cuando uno pretende fundamentar una teoría en el campo de las humanidades y las ciencias sociales basándose en descubrimientos de la física matemática moderna, la reacción natural suele ser tomarlo por un charlatán. Pero, más allá de si las teorías de la física moderna y las del ámbito de las humanidades y los estudios culturales pueden llegar a justificarse mutuamente, o de si existe o no un vínculo real entre los fenómenos estrictamente físicos y los culturales, políticos y psicológicos (se ha especulado mucho acerca de la relación entre la consciencia y la cuántica, sin ir más lejos), sí es cierto que ha habido una vía de comunicación abierta entre "las dos culturas" postuladas por C.P. Snow. Y esto queda particularmente de manifiesto cuando se estudia la relación entre la física cuántica y el arte y el pensamiento contemporáneos. Pensándolo bien, sería difícil que el clima de incertidumbre y asombro generado por los descubrimientos y nuevos conceptos científicos que emergieron a principios del s. XX (la superposición, la dualidad onda-partícula, el principio de incertidumbre, la no-localidad) no hubiera influido en el arte, la cultura y la filosofía de su tiempo.
El "efecto del observador" (es decir, el hecho de que el resultado de un experimento cuántico tenga variaciones en función de si decidimos o no medir alguna propiedad de las partículas involucradas en el experimento) sigue siendo un enigma que dejó preocupados y desconcertados a los primeros teóricos de la cuántica, en tanto que parecía poner en entredicho algunos de los presupuestos más fundamentales en nuestra forma de interpretar el mundo y hacer ciencia: el realismo, la creencia de que existe un mundo externo, fenómenos y entidades objetivas e independientes de nosotros y de nuestra percepción, valoración o interpretación. Este concepto de "realidad" sufre un profundo golpe si el comportamiento de las partículas a nivel subatómico parecen depender de si las estamos observando o no.
El físico Pascual Jordan afirmaba que la observación no sólo interfería en lo que tenía que ser medido, sino que lo producía; como si, al observarla, estuviéramos compeliendo u obligando a la partícula cuántica a definir su posición, produciendo así nosotros mismos un resultado u otro.
Niels Bohr predecía, además, que posponer la medición no solucionaría este problema, como si la naturaleza tuviera alguna forma de saber que tenemos intención de observar.
En 1970 el físico John Archibald Wheeler propuso hacer un experimento para probar la predicción de Bohr, que fue realizado durante la década siguiente. El experimento se realiza usando técnicas que hagan mediciones de los recorridos de las partículas cuánticas (normalmente, fotones) después de que deban haber elegido un camino, el otro, o una superposición de ambos. Tal y como Bohr confirmó, posponer la medición no soluciona el problema.
John Archibald Wheeler llegó a sugerir la posibilidad de que la presencia de seres vivos capaces de percibir y observar hubiera convertido lo que previamente hubiera podido ser un cúmulo de posibles pasados cuánticos en un único pasado, en una única línea de acontecimientos históricos.
Mecánica cuántica, surrealismo y psicoanálisis
Los artistas de la
corriente Surrealista, escribe Gavin Parkinson en su artículo
"Surrealism and Quantum Mechanics: Dispersal and Fragmentation
in Art, Life, and Physics", empezaron a jugar con los conceptos
y el imaginario de la física moderna a finales de los años 30,
habiendo tomado consciencia casi una década antes (por lo que puede
leerse en los escritos de miembros del círculo) de la crisis
epistemológica generada por la formulación de la teoría cuántica,
por el descubrimiento del comportamiento extraño y enigmático del
mundo subatómico. Los artistas se vieron en la necesidad de buscar
un lenguaje adaptado a esta nueva realidad revelada por la física de
su época, que pudiera dar cuenta de ella, y esta motivación explica
de forma plausible el giro hacia un lenguaje visual menos realista y
más abstracto.
Gavin considera que las
afirmaciones que se han hecho sobre la presunta incompatibilidad
entre las "dos culturas" humanas (la científico-tecnológica
y la artística y humanística) tienen que basarse en consideraciones
teóricas, más que históricas, pues la evidencia histórica dibuja
un escenario mucho más conciliador entre ambas. Las humanidades no
sólo no rechazaron estos avances y descubrimientos científicos,
sino que trataron de incorporarlos y dotarlos de sentido.
Entre los años 1919 y
1927 podemos situar la verificación de la Teoría de la Relatividad
de Einstein, la formulación de la teoría cuántica y la emergencia
del Surrealismo. No es descabellado suponer que las dos primeras
tuvieron una profunda influencia sobre la última, pues en esa década
se popularizaron y tradujeron rápidamente al francés las
divulgaciones de James Jeans y Arthur Eddington sobre las
implicaciones filosóficas de la Relatividad y la cuántica, los
padres de la física cuántica (Bohr, Schrödinger, Heisenberg)
aparecieron en la revista "Scientia", el físico francés
Louis de Broglie fue un frecuente y destacado colaborador de la
revista "Revue de Métaphysique et du Moral", y la
publicación "Recherches philosophiques" incluía reseñas
y artículos en un lenguaje accesible sobre los últimos
descubrimientos en el ámbito de la física.
El pintor surrealista
Wolgang Paalen poseía una variedad de libros escritos por Gaston
Bachelard, editor y colaborador de "Recherches philosophiques".
Según Bachelard, los resultados aparentemente sin sentido que habían
obtenido los físicos observando los comportamientos de las
partículas a escala subatómica habían dado lugar a una crisis, a
una ruptura epistemológica, exigiendo nuevas formas de racionalidad.
Los físicos habían observado que a nivel subatómico la naturaleza
se comportaba de forma anómala, sujeta a la no-localidad y el
indeterminismo, lo cual exigía una nueva cosmovisión y un
replanteamiento de conceptos elementales como "localidad",
"masa" o "velocidad".
Fue en esa misma época
cuando el psicoanálisis rompió con la visión de la mente humana
como una entidad bien definida, cohesionada y unitaria, aportando la
noción de "subconsciente" y apuntando a pulsiones y
mecanismos subyacentes, visualizándola como un conjunto fragmentado
y caótico. El psicoanalista estructuralista francés Jacques Lacan
establecería vínculos entre la física cuántica y el psicoanálisis
a partir de esta visión, y algunos de los padres de la física
cuántica (Bohr, Pauli, Niels y
Pascual Jordan) establecerían también supuestos paralelismos
formales entre ambas1.
Mara
Beller le reprochaba al físico Alan Sokal en su artículo "The
Sokal Hoax, At Whom Are We Laughing" que pareciera pasar
deliberadamente por alto el hecho de que muchos de los excesos
posmodernos que éste criticaba y satirizaba en su famoso artículo
paródico (entendiendo por "excesos" y abusos la forma en
la que autores estructuralistas y post-estructuralistas franceses
tomaban, indiscriminadamente y sin conocimiento de causa, conceptos y
términos de la ciencia físico-matemática y los extrapolaban a sus
estudios -y los empleaban como fundamento para sus teorías, no sólo
como alegorías- sin explicar ni justificar debidamente ese salto),
muchos de esos abusos por parte de teóricos e intelectuales
franceses como Lacan, Derrida, Deleuze, Guattari, Kristeva o
Baudrillard, bebían en realidad de las extrapolaciones, paralelismos
y vínculos que antes habían trazado los padres de la física
moderna entre la mecánica cuántica y el psicoanálisis.
El crítico de arte Carl
Einstein, co-editor de la revista "Documents", jugó un
importante papel presentando el Cubismo al gran público alemán y
francés. En 1934 publicó "Georges Braque", donde
establecía paralelismos entre la teoría cuántica, el psicoanálisis
y el Cubismo a través de un lenguaje similar al de Bachelard,
hablando en clave de brechas, roturas, discontinuidades y
fragmentaciones, tratando de fundar un nuevo enfoque epistemológico.
Según Einstein, la teoría
cuántica pone en entredicho la continuidad unitaria del universo,
así como el concepto de causalidad, el núcleo de toda ciencia
anterior. Por eso Einstein concluye que "la conciencia del 'yo'
no es hoy más que una fachada".
Henri-Charles Puech, en un
artículo titulado "Signification et répresentation" en la
publicación Minotaure, ahonda en el problema que supone para la
representación artística que objeto y sujeto parezcan cada día más
difíciles de delimitar, al haber roto la física moderna con la idea
de un paisaje estático, de un mundo externo ontológicamente
independiente de nosotros, socavando aún más la confianza en la
percepción sensorial como fuente de conocimiento objetivo (o
intersubjetivo). Esta nueva física pone en cuestión las
posibilidades de la representación naturalista.
Puech considera que es
aquí donde el arte moderno juega un papel singular: al abandonar
toda referencia a coordenadas externas, busca una "manifestación
del sistema de fuerzas significativas"
La imagen ya no será
mimética, ya no será considerada como una copia idealizada sino
como "un objeto mágico o símbolo mental". La tarea de la
pintura ya no es representar o sugerir, hacer evocar "en un
sentido banal de 'simbolismo'", sino "imponer y actuar".
En
su manifiesto de 1924 en favor del surrealismo, el poeta, ensayista y
escritor André Breton, considerado uno de los padres del
surrealismo, defendía la necesidad de abrazar una visión más
amplia de la realidad, que pusiera a la misma altura nuestras
experiencias oníricas, la realidad difusa de los sueños, con la
realidad de los estados de vigilia y la realidad a la que accedemos
racionalmente, liberándonos así de la castradora prisión de la
lógica, destruyendo la subjetividad y rompiendo con la visión del
genio artístico único e individual. Y, para este propósito,
proponía métodos y técnicas como la escritura automática
(asociada al psicoanálisis), el collage o los caligramas. Podríamos
establecer paralelismos entre esta propuesta y lo que Susan Sontag
denominaría, años más tarde, "la nueva sensibilidad".
Este propósito de alejarse de la expresión personal, de destruir el
"yo" artístico para poder acceder a un pensamiento y una
experiencia más libres, este afán por experimentar y anteponer la
investigación a la belleza o el contenido, como habría hecho el
realismo, se corresponde de forma clara con esta nueva sensibilidad
artística que Sontag describe en su famoso ensayo "One
Culture and the New Sensitivity".
Roberto Matta, pintor,
poeta y arquitecto chileno, que llegó a Paris en 1935 y se sumó a
los surrealistas en 1937, se esmeraría en desarrollar una
iconografía que tomara prestado el imaginario de la física y el
psicoanálisis con el fin de expresar el mundo interno y el mundo
externo como una totalidad, sugiriendo la inseparabilidad del drama
psicológico del mundo interior respecto de las fuerzas caóticas que
rigen el mundo físico, natural, aludiendo a la unidad de sujeto y
objeto.
Los surrealistas
identificaron su propio pensamiento con el de la edad media a través
del Romanticismo y el Simbolismo, desechando el racionalismo moderno
del Renacimiento y la Ilustración. Se identifican con el vínculo
que se establecería en la edad media entre el hombre, entendido como
microcosmos, y el mundo macrocósmico. Esta visión influiría
profundamente las obras de André Masson y las de Matta. Pero
mientras que Masson, influenciado por André Breton, bebería de
fuentes de la alquimia y la hermética, Matta conjugaría esta
concepción medieval de la relación entre el hombre y el mundo con
el psicoanálisis y la física moderna, nutriéndose de ellas para
crear un imaginario que enlazara lo subatómico, la conciencia humana
y lo celestial como parte de un todo.
Óleo
sobre lienzo, 30,5 x 40,5 cm (1942-1943), Roberto Matta
El pintor y teórico
surrealista autro-mexicano Wolgang Paalen afirmaba que el
entendimiento del Universo se encontraba constreñido y limitado por
la visión mecanicista de la física clásica, y que el arte debía
distanciarse de las formas simplistas del realismo, históricamente
determinadas, y de una sumisión al utilitarismo que entiende como el
legado de la ciencia clásica. Afirmaba que la lección que podemos
extraer de la física moderna y su filosofía es que tanto la
naturaleza como la cultura son manifestaciones de un flujo de
comportamiento cambiante, y que éste debe ser el objeto, la materia
del arte.
En 1939, Paleen vuelve a
Mexico y se distancia del Surrealismo para centrarse en los problemas
filosóficos derivados de la ciencia moderna. Publica seis números
de una revista llamada "Dyn" (desde 1942 hasta 1944) en los
que aparecen escritos y obras suyas en las que este proceso se hace
evidente. Paleen intenta, con Dyn, crear su propio movimiento
vanguardista capaz de rivalizar con el Surrealismo.
Paleen, que estaba
familiarizado con el pensamiento de Carl Einstein y Puech, tiene
también aportaciones y reflexiones originales.
En un artículo publicado
en "Dyn" y titulado "Sobre el significado del Cubismo
en la actualidad", Paleen afirma que la crisis de la causalidad
en la ciencia se da en paralelo a la crisis del sujeto del arte,
tratándose de una y la misma revolución, y ve el Cubismo como un
producto de esta nueva visión de la realidad que impregna muchas
áreas del conocimiento y la cultura, incluso sin que los artistas
sean necesariamente conscientes de ello.
Figure
pandynamique (1940), Wolfgang Paalen
En su pintura de 1940,
"Figure Pandynamique", Paleen trata de capturar la dualidad
onda/particula (fenómeno cuántico por el cual muchas partículas
pueden comportarse como si fueran ondas en unos experimentos y
aparecer como partículas localizadas en otros), retratándola como
un conjunto de remolinos que presentan una esfera en el centro.
Heisenberg rechazó explícitamente el empleo de imágenes para
describir los fenómenos subatómicos, pero Erwin Schrödinger y
Louis de Borglie, quienes tuvieron una mayor influencia en Paalen,
perseveraron en su búsqueda de descripciones gráficas de estos
mismos fenómenos.
Gavin Parkinson dedica los
últimos dos capítulos de su libro "Surrealism, Art and Modern
Science. Relativity, Quantum Mechanics, Epistemology" a tratar
la yuxtaposición entre Relatividad y psicoanálisis que exhibe en su
obra Salvador Dalí. Esta fusión encontraría su última expresión
en el lienzo de 1931 "La persistencia de la memoria".
Parkinson sitúa la obra de Dalí en un diálogo con los textos de
Roger Callois, explorando así cómo en la década de 1930 reemerge
el problema de la Relatividad en el arte y la teoría surrealistas.
La
persistencia de la memoria (1931), Salvador Dalí
En ese mismo libro,
Parkinson analiza las relaciones entre surrealismo y política. La
doble ambición surrealista de actuar tanto dentro de la esfera -y de
la psique- humana como en el mundo exterior se concreta en los
eslóganes "changer la vie" y "transformer le monde".
Parkinson muestra cómo la agenda política surrealista se entrelaza
con la participación activa en asuntos políticos de físicos de
izquierdas como Paul Langevin y Jean Perrin.
Encontraríamos otra
muestra de los vínculos entre el surrealismo, la física moderna y
el activismo político en la publicación (de una sola entrega)
"Inquisitions", de 1936, que tenía la misión de
familiarizar a las masas con la nueva física y difundir las ideas
del "Groupe d'Études pour la Phénoménologie Humaine",
fundado por Tristan Tzara. La entrega incluía cinco artículos, tres
de los cuales trataban cuestiones científicas. El artículo "Quantum
Theory and the Problem of Knowledge", de Jacques Spitz, ahondaba
en las implicaciones epistemológicas de la dualidad onda/partícula
de De Broglie, así como del principio de incertidumbre de
Heisenberg. "Le Surrationalisme", de Gaston Bachelard,
apelaba al compromiso activo de la razón humana y unía el
surrealismo con aquellos aspectos más innovadores de la nueva física
emergente. Y el artículo de Roger Callois, "For a Militant
Orthodoxy: The Inmediate Task of Modern Thought" se amparaba en
la ciencia como una fuerza de cohesión social entendiendo que los
mitos ya no podían llevar a cabo esa tarea.
Referencias:
1
Beller, M. (1998). The Sokal Hoax: At Whom Are We Laughing?
Bibliografía:
Surrealism, Art and Modern
Science. Relativity, Quantum Mechanics, Epistemology. By Gavin
Parkinson, Yale University Press, New Haven and London, 2008, 294
pp., 60 b&w, 20 colour illus. ISBN 9780300098877
Parkinson, G (2004).
Surrealism and Quantum Mechanics: Dispersal and Fragmentation in Art,
Life, and Physics. Science in Context, 17, pp 557-577
doi:10.1017/S0269889704000262
Ball, P. Quantum weirdness
and surrealism. Nature 453, 983–984 (2008).
https://doi.org/10.1038/453983a
Norris, C. Quantum Theory
and the Flight from Realism: Philosophical Responses to Quantum
Mechanics
Adesso G, Franco RL,
Parigi V. Foundations of quantum mechanics and their impact on
contemporary society. Philos Trans A Math Phys Eng Sci.
2018;376(2123):20180112. doi:10.1098/rsta.2018.0112
Beller, M. (1998). The
Sokal Hoax: At Whom Are We Laughing?
Sontag, S (1965). One
culture and the new sensibility
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