viernes, 15 de julio de 2016

Sobre el "empoderamiento" y la (auto)cosificación

Cuando una feminista radical se muestra crítica con el culto a lo "sexy" o con la forma en que se sexualiza a la mujer en los medios, muchas mujeres lo asocian rápidamente al discurso patriarcal que les dice que no pueden disfrutar de su sexualidad, que les impone la modestia y les enseña a creer que mostrarse las devalúa o las hace menos dignas, menos merecedoras de respeto.
La diferencia es que hacemos ese análisis desde una óptica feminista y en ningún momento pensamos en clave de "respetabilidad". Lo que les decimos es que debemos prestar atención al contexto.

Si no viviéramos en una sociedad que nos deshumanizara y nos viera como objetos de contemplación y de consumo, ¿pondrían a una presentadora a dar las campanadas semidesnuda, en invierno, mientras el presentador va vestido de pies a cabeza? Seamos honestas. La provocación está en los ojos del que mira, pero, ¿vamos a negar que todo cuanto nos rodea está pensado por y para los ojos del hombre que mira, el llamado "male gaze"? La persona cosificada por vestir de un determinado modo no tiene la culpa de que la estén cosificando en el sentido de que son los demás quienes están proyectando en ella sus propias fantasías y prejuicios, pero la cadena de televisión que decide que una presentadora se vista de forma "provocativa" lo hace precisamente porque sabe que la cosificarán y que eso da audiencia, no porque quiera reivindicar la libertad y autonomía sexual de las mujeres, aunque quiera vendernos la moto. La propia mujer "interioriza" esa cosificación sin querer (como si se viera a sí misma desde fuera) y lo convierte en parte de sí, porque se ha criado en un mundo donde eso es lo normal, le han enseñado a verse, entenderse y validarse a través de la mirada masculina.

Y no por volverte feminista dejas de tener esos malos hábitos, no por ser lesbiana dejas de buscar inconscientemente esa validación, y no por ser inteligente, fuerte e independiente eres inmune a años de socialización.

Lo que decimos es que verte guapa y sexy puede hacerte sentir bien, puede darte seguridad en ti misma, pero te estás moviendo dentro de sus reglas del juego. No te da un poder real, sólo una sensación de seguridad y alivio al haber suplido una necesidad casi compulsiva (ser agradable a la vista, no ocupar mucho espacio, ser "consumible") que otros han generado en ti para empezar (capitalismo y patriarcado). Es algo lógico y normal, y nadie debería culparte por querer sentirte bien. Pero no, no te emancipa. Ni a ti, ni a mí ni a nadie. Y sí, es una mierda reconocerlo.

Pero eso es todo lo que estamos pidiendo. Un análisis honesto que no se centre sólo en lo individual. Luego cada una tendrá sus historias personales, sus problemas de autoimagen y conflictos sin resolver, y cómo los resuelva es cosa suya.
Pero lo mínimo es que podamos ser críticas y preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos, intentar que las siguientes generaciones no necesiten mensajes como "todas las tallas son sexys" para sentirse mejor, que no hayan convertido su atractivo sexual (según un determinado criterio establecido) en una pieza fundamental de su autoestima y su identidad.